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sábado, 27 de abril de 2024
Prensa escrita

Representa hoy en día la solución marroquí de autonomía en las “provincias del sur”. De la colonización española al Consejo de seguridad de la ONU, pasando por los años de plomo del reinado de Hassan II, retrato de un gran notable reguibi (de la tribu saharaui “Reguibat”).

Khalihenna Ould Errachid,  el “señor Sahara” de Mohammed VI.

Representa hoy en día la solución marroquí de autonomía en las “provincias del sur”. De la colonización española al Consejo de seguridad de la ONU, pasando por los años de plomo del reinado de Hassan II, retrato de un gran notable reguibi (de la tribu saharaui “Reguibat”).

 El hombre que nos acoge alrededor de un vaso de té moruno, en un chalet del barrio residencial de Souissi, en Rabat, parece un guardia civil, con un acento algo ronco de los saharaouis, hispanohablantes antes de ser francófonos, la facundia de un cuentista de campamento y una agenda marcado al sello de la urgencias.

De aquí hasta el 30 de octubre, Khalihenna Ould Errachid, presidente del Consejo real consultivo para los asuntos del Sahara (CORCAS), tiene que presentar una copia decisiva. Aquella del estatuto de autonomía interna del Sahara occidental, que Marruecos presentará al Consejo de seguridad de la ONU.

Este gran notable de 55 años, es a la vez el logro, el comodín y la “solución del Sahara”de Mohammed VI.

Ministro de Hassan II durante quince años, acertó en no ser implicado en la política represiva aplicada en los territorios y en encarnar, hasta la actualidad, esta famosa tercera vía- ni independencia ni integración – que se considera, en adelante, el proyecto oficial de la monarquía para sus “provincias del sur”. En contra de la fraseología de uso, él nunca calificó de “mercenarios” a los dirigentes del frente de Polisario. “Son hermanos, dice. Consigo entender los motivos que, hasta un período reciente, han empujado algunos saharaouis a simpatizar con el Polisario.

Durante 20 veinte años, se repetía que por la administración y los medios de comunicación que costábamos caro para Marruecos y que éramos beneficiarios, que vivían bajo perfusión y que habría que domarnos y que nuestro único derecho era decir gracias.

Nunca se ponía de relieve lo que el Sahara aportó a Marruecos: la unidad alrededor del trono y una dimensión geopolítica renovada. Eso, lo ha entendido Su Majestad, ¡gracias a Dios!”

 El lenguaje, según verificamos, no tiene nada que ver con aquello en vigor bajo el reinado del precedente rey, cuando Driss Basri, el omnipotente  ministro del Interior, hacía reinar su ley de excepción de Tan-Tan a Dakhla. En aquel entonces, el ancestro del Corcas no era nada más que una cáscara vacía y la simple expresión de una opinión divergente costaba a su autor diez años de cárcel. “Hoy en día, garantiza, podemos estar en pro del Polisario, a favor del referéndum, con la independencia y decirlo con toda libertad. En breve, podemos equivocarnos y vivir en el Sahara sin ninguna inquietud. Pero a condición de que no haya violencia”

Para convencer a “Aquellos del otro lado” de que es posible, en adelante, fiarse de Marruecos y que la autonomía, al contrario de la independencia, no es una maniobra, el “Saharaui de M6” se proclama listo para ir a Tindouf a fin de debatir públicamente con Mohamed Abdelaziz, el jefe del Polisario. “Lo que diría entonces es simple: los saharauis no tienen futuro en tanto que refugiados. Entonces, Deben volver a su Madre Patria con la cabeza alta.”

Según las reacciones de los dirigentes independistas, para los que Khalihenna es un diablo disfrazado en uniforme de seductor, más peligroso aún por adoptar un lenguaje de apertura, tal perspectiva no es para mañana. “Les inquieto, porque saben que les conozco bien y que soy de su sangre”, murmura aquél que se erige cada vez más como el futuro presidente de la autonomía sahariana. “Todo el mundo sabe igualmente que mi vida se confunde con aquella de nuestros pastos, campamentos, tiendas y de nuestra tierra común…”


Khalihenna Ould Errachid nació el 24 de noviembre de 1951 bajo el techo de una tienda de campamento de la tribu de los Reguibat del oeste (Reguibat Sahel), no lejos de Laayun, capital de la colonia española del Río de Oro y de la Seguiet el-Hamra.

Su padre, una figura respetada por la comunidad reguibí y un ex combatiente de la última revuelta de las tribus saharianas en contra del orden colonial, en 1937, es un criador talentoso que inculca a sus hijos el espíritu de “siba” (anarquía): no hay que someterse a una ley injusta.

Cuando estalló la sublevación del ejército de liberación del sur (ALS), en 1957, la cual se convirtió en maestra de la casi totalidad del Sahara occidental excepto Laayun y Dakhla, el anciano se puso naturalmente del lado de los insurgentes. En febrero de 1958, el ejército francés y español desencadenan conjuntamente la operación Huracán y aplastan al ALS. El campamento de Khalihenna fue bombardeado y la comunidad se dispersó en el desierto. Una parte de ella, en particular la familia de Mustapha Sayed el-Ouali, el futuro fundador del frente Polisario y primo cercano de Ould Errachid, decide refugiarse en el sur de Marruecos independiente. Mientras que aquella de Khalihenna optó por quedar en Laayun, bajo dominio español. Una elección (alternativa) que no será sin consecuencias.

Siendo un sobresaliente alumno, aunque fue escolarizado tarde, a los 9 años de edad, el joven Khalihenna no tardó en ser localizado por la administración colonial franquista, que desea promover una élite local a su devoción. Frecuentó la escuela, luego el liceo de Laayun. Pero el alumno modelo es también, por tradición familial, un puro nacionalista. A finales de los años 1960, asistía, apasionado, a las reuniones clandestinas que organizaba en casa de los Ould Errachid un tal Mohamed Bassiri.

Este periodista y activista de una treintena de años, es uno de los pocos Reguibis que estudiaron en el extranjero -en Cairo, Damasco y Rabat-. Es él quien fundará el embrión de un movimiento de resistencia: la Organización secreta.

El 17 de junio de 1970, Bassiri organiza en Zemla, un barrio de Laayun, una gran manifestación de protestación en la que participó Khalihenna también. Pero los acontecimientos van mal. Apuntados por tiros de piedra, los legionarios del tercio abrieron fuego contra la ametralladora. El balance: Una decena de saharauis muertos. En cuanto a Bassiri, fue raptado de su domicilio por la policía, en plena noche, a vista de Khalihenna y sus compañeros. Nadie volverá a verlo jamás. Hoy en día, nadie sabe qué ocurrió a la persona que los saharauis consideran como un mártir
 

Bastante traumatizado, Khalihenna se refugió en Laayun. Arrestado tres días más tarde, fue rápidamente liberado gracias a la intervención de sus profesores españoles. Este drama del 17 de mayo le dio la convicción de que la confrontación con la administración colonial no tiene resultado y que mejor vale negociar, engatusar y contar con el tiempo.


Bachiller y becario, el hijo del viejo Ould Errachid se fue a Madrid, donde se matriculó en una escuela de ingeniería industrial. Pero sus estudios en la capital española no le hicieron olvidar la política, aún menos las tribulaciones de su primo el-Ouali, con quien comunica regularmente. Mustapha Sayed el-Ouali no abandonó Marruecos, donde prosigue sus estudios en la facultad de derecho de Rabat y milita en el seno de la Unión Nacional de los Estudiantes de Marruecos (UNEM) al lado de otros futuros dirigentes del Polisario tales como Mohamed Ould Salek, Mohamed Sidati o Mohamed Lemine Ould Ahmed.

Nacionalista e izquierdista por convicción, el pequeño grupo de estudiantes saharauis de Marruecos no es propiamente independista. Preconiza la liberación del Sahara español y solicita por eso el apoyo de los partidos y de la administración del reino. Algunos de ellos desean francamente la incorporación del territorio a Marruecos, una vez finalizada su descolonización.

Pero para Hassan II y el general Oufkir, su brazo derecho, como es el caso de la casi totalidad de la izquierda marroquí, tal perspectiva no es prioritaria: es imposible tolerar las actividades antiespañolas en el terreno nacional. En marzo de 1972, se produjo la ruptura. Los manifestantes saharauis, algunos de ellos agitan pancartas que reclaman…la integración del Sahara occidental a Marruecos, fueron violentamente dispersadas por la policía en Tan-Tan. Los menores fueron arrestados, torturados y luego liberados. Entre ellos, figura el-Ouali, su hermano Bachir Mustapha Sayed, Mohamed Sidati y dos estudiantes de medicina de la facultad de Rabat que tendrán un destino opuesto: Maalaïnine Benkhalihenna, ex gobernador de Larache y actual secretario general del Corcas, y…Mohamed Abdelaziz.

Reguibat fokra nacido en Marrakech e hijo de un militante de las Fuerzas armadas reales, el que sucederá a El-Ouali en la jefatura del Frente Polisario –puesto que sigue ocupando después de 30 años- conoce entonces su bautismo del fuego. “Es la represión de Tan-Tan que originó la creación del Polisario, dice hoy Khalihenna Ould Errachid. Si el Estado marroquí hubiera sabido escuchar lo que decían los manifestantes, la Frente jamás habría existido.

Una tarde de diciembre de 1972, Khalihenna acoge en su cuarto de estudiante, en Madrid, un emisario que le transmite una larga carta de su primo el-Ouali. Este último le anunció la próxima creación de un movimiento para la liberación del Sahara español y le invita a unirse a él. El objetivo: la independencia. El medio: la lucha armada. Dado que Marruecos se niega a servir de base trasera, “actuaremos a partir de Mauritania y Argelia”, explica el-Ouali.

Khalihenna dice al emisario: ni hablar de acudir a la violencia y emprender el  combate a partir de un país vecino. Así pues, no tomó parte en la creación del Frente de Polisario el 10 de mayo de 1973 cerca de Zouérate, en Mauritania. Pero, un año más tarde, la administración española, deseosa de poner su colonia sobre la vía de una independencia controlada, crea con él el partido de la unión nacional saharaui (PUNS). 

Igual que el Polisario, pero con un tono mucho más conciliador respeto a España, que, por otra parte apenas consigue esconder que le financia, el PUNS es un partido independista hostil a toda reivindicación extranjera sobre el territorio. “Concesión puramente táctica, explica hoy Khalihenna. Teníamos que actuar así para seguir existiendo: los españoles no nos dejaban otra elección.” 

De momento, aquel que, un año más tarde, declara espectacularmente su adhesión al reino, hace declaraciones hostiles al “expansionismo marroquí”. Tenía 23 años y el gobierno franquista de Laayun no cesaba de murmurarle que su porvenir de presidente del futuro Estado saharaui ya estaba trazado. “Era joven y reconozco que la idea era tentadora”, confía.

Apenas instalado al frente del PUNS, Khalihenna viaja a Mauritania a bordo de una vieja Land Rover con el fin de encontrarse con su primo el-Ouali y convencerle de la precisión de su elección estratégica ya que el objetivo establecido –la independencia- es común. Los dos se encontraron dos veces repetidas, en septiembre y diciembre de 1974, en Nuakchott, en el salón de un rico comerciante de la plaza, Fetten Ould Reguibi, y en presencia de una decena de notables. Entre Khalihenna, que razona en términos puramente nacionalistas y Mustapha Sayed el-Ouali, quien habla de la revuelta a nivel del Maghreb y evoca sus entrevistas con Mouammar Kaddafi et Houari Boumedienne, la corriente no pasa más. Después de su último encuentro, el-Ouali dice a su primo: “Si no te aviso dentro de un mes, considera que hemos roto” No se vieron más tarde.

De vuelta a Laayun, Khalihenna intenta implantar el PUNS sobre todo el territorio con la ayuda de la administración española. Pero el transplante no acierta, ya que  el Polisario seguía  incrementando su influencia. El joven jefe del PNUS entra discretamente en contacto con las autoridades marroquíes. “Por convicción, porque mi padre me inculcaba siempre la realidad de los vínculos entre las tribus saharauis y el trono jerifiano”, asegura Khalihenna. “Por simple oportunismo político, porque se dio cuenta de que sus aspiraciones personales no tuvieron ninguna suerte de éxito”, replican sus rivales.

En marzo de 1945, mientras estaba en visita a Europa y Oriente Próximo para explicar los objetivos de su partido, los servicios de inteligencia españoles, que le sospechan de hacer doble juego, llegan a la convicción de que se ha entrevistado por teléfono, desde Paris, con Hassan II en persona –lo que es exacto.

El 18 de junio de 1975, en plena visita de una delegación de la ONU al Sahara – durante la cual el Polisario acierta en una demostración de fuerza en detrimento del PNUS-, Khalihenna toma la decisión de su vida: sin prevenir sus compañeros del partido, abandona Laayun en dirección de Madrid, Ginebra y luego París, donde el rey mandó un avión para buscarlo. El 19 de junio, ya está en Fez donde pronuncia su “beia” delante de Hassan II, antes de calificar el Polisario de “organización comunista”. “Fue el lenguaje de la época, explica hoy como para disculparse. La realidad es que, durante mi encuentro con SM, el mismo día, en presencia del consejero Ahmed Bensouda y del general Ahmed Dlimi, dije a Hassan II que la única solución viable para el Sahara es la autonomía. Nunca cambié de opinión desde aquel entonces.”

1975-1980: Marruecos se instala  en sus “provincias recuperadas”, en medio de lo que queda de la población saharaui –aquella que el Frente Polisario no ha conseguido llevar con él a Argelia. Khalihenna se comprometió en la Marcha Verde, volvió a Laayun en diciembre de 1975 y participó en la implantación de un embrión  de administración mientras que los cuarteles del Frente asediaban las ciudades. El 11 de abril de 1977, integró el gobierno en tanto que secretario de Estado en los asuntos saharianos. Tenía 28 años de edad, lo que lo convierte, según estima, en el más joven miembro del gobierno  marroquí desde la independencia. Aunque los dirigentes del Polisario lo llaman “el saharaui de servicio” benefició sin duda alguna de cierta “discriminación positiva”, el interesado se siente orgulloso de esta distinción.
      
Rápidamente nombrado ministro, luego elegido  diputado-alcalde de Laayun, el Reguibi de Su Majestad se enfrenta pronto a la omnipotencia del ministro del interior. “No sabía nada de las luchas intestinas ni de los informes de fuerza en Marruecos, explica. Entonces frente a Basri, tenía poca suerte de predominarlo.” Resistirá diez años, hasta su destitución, en 1992. “Estaba en guerra total con Basri, dice hoy. Quería apropiarse del Sahara para  sacar adelante su propia política. Fue su feudo, su dominio, su fortaleza. Para los saharauis, era la temporada del desdén y la mentira. De Laayun a Dakhla, Basri era el rey. Todo el mundo venía para prestarle el juramento de fidelidad. Excepto yo, nunca.”

Khalihenna asegura haber intervenido ante Hassan II en cuatro oportunidades, durante los años ochenta, para la liberación de los detenidos saharauis del presidio de Kalaat Ngouna – eran aproximadamente trescientos, encarcelados en condiciones infames debido a su simpatía con el Polisario. “Cada vez, el rey me daba su consentimiento. Y luego, Basri volvía a pasar detrás para que todo permanezca inmóvil.” Ídem para el proyecto de autonomía del territorio que el gran visir, según él, había “sistemáticamente saboteado”

A finales de los años noventa, mientras Khalihenna es diputado-alcalde de Laayun prácticamente sin poder en sus manos, la situación en el Sahara occidental está al borde de la implosión. Tribus contra tribus, saharauis contra “colonos” procedentes del norte, omnipresencia de la policía: el territorio está bajo estado de excepción. El desacuerdo  entre la población local y el poder central es profundo. La presión y el hastío son enormes desencadenando una tempestad, el 23 de julio de 1999, con la muerte de Hassan II. 

Entre el mes septiembre y octubre, es una verdad revuelta espontánea que corría las ciudades bajo administración marroquí. Todo el mundo, incluso el Polisario, que no está implicado en nada, fue sorprendido por la amplitud de la polémica. Los amotinadores rechazan totalmente el “sistema de Basri”. Un comienzo de guerra civil entre los saharauis y los residentes marroquíes precedentes del norte es evitado por los pelos. Khalihenna celebró una cuarentena de encuentros en quince días, durante de los cuales denuncia abiertamente el ministro del Interior. Pero, habrá que esperar la destitución de este último, el 9 de noviembre, para que la calma vuelva. “Para los saharauis, la salida de Basri era como una liberación, explica Khalihenna. Su Majestad tomó las riendas del problema: Marruecos estaba a punto de perder su Sahara.”

Entonces, todo cambió con la entrada en escena de Mohammed VI. Las bocas se abren, la administración experimenta una mudez completa y el Sahara vuelve a repasar su pasado de plomo. A través de la Instancia Equidad y Reconciliación, cuyas sesiones públicas son muy seguidas, pero también gracias a las ONG que prosperan un poco en todas partes, al Internet y a los móviles que permiten comunicar con los hermanos de los campos de Tinduf, el Sahara marroquí conoció su primera “primavera”. Pero hay un reverso. Si el ex orden desaparece paulatinamente, el reino necesitará un proyecto para el futuro de sus “provincias del sur”. Resultado: las ideas independistas se precipitan a rellenar el vacío dejado por la “debasriación” del territorio.

Octavillas y banderas del Polisario aparecen, células de jóvenes radicales establecen contactos más o menos directos con los campos de Tindouf. En mayo de 2005, algunos activistas abiertamente favorables a la independencia organizan motines en Laayun, durante los cuales la bandera marroquí ha sido quemada.

La represión es fuerte. Para Mohammed VI, es un signo de alarma: hay que ofrecer, urgentemente, a los saharauis una alternativa política- que no es más que la autonomía- y un órgano representativo encargado de elaborarla la forma y el contenido de la misma: el CORCAS, el Consejo real consultivo para los asuntos del Sahara, creado el 25 del pasado mes de marzo.

Para encabezar esta instancia de ciento cuarenta y un miembros pertenecientes a todos los componentes de la sociedad saharaui, el nombre de Khalihenna Ould Errachid se impone en seguida. En efecto, el hombre no tiene la aprobación de todos: su trayectoria a veces sinuosa, la fortuna que se le atribuye, su “mano-puesta” sobre Laayun están al principio de los reproches de acá y allá. Él se defiende con vigor: “no soy un hombre de negocios, no tengo ni licencia de pesca ni cantera de arena, como algunos. Efectivamente, mi hermano, que es diputado de Laayun, es un operador económico, pero lejos de ser el hombre más rico del Sahara. Todo esto, es una mentira divulgada desde la época de Basri.”

Muy a gusto a nivel financiero, Khalihenna nunca ejerció los negocios, según dice. Pero lo importante no es eso. El hombre es un gran notable descendiente de una “gran tienda”, la más importante tribu saharaui. Encarna desde treinta años el proyecto de autonomía que es hoy en día la solución marroquí  al rompecabezas del Sahara occidental. Tantos motivos que lo hacen ineludible.

Por otra parte, cuando se insiste un poco, Khalihenna Ould Errachid no se hace apenas rogar para imaginarse en futuro presidente de la región autónoma del Sahara- una amplia autonomía de tipo catalán que no dejaría al poder central más que la defensa nacional, los asuntos exteriores y la moneda. Es sólo una vuelta de las aguas a su cause, debe pensar en su fuero interno, aquél que los españoles habían programado, a los 25 años de edad, para ser jefe de estado…

* El-Ouali falleció en un combate en Mauritania en junio de 1976.
            

Entrevista Jeune Afrique:

¿Qué autonomía? ¿Y con quién? El presidente del Consejo real consultivo para los asuntos del Sahara (CORCAS) contesta a Jeune Afrique.

JEUNE AFRIQUE: ¿Porqué usted está en contra de un referéndum de autodeterminación en el Sahara occidental?

KHALIHENNA OULD ERRACHID: Porque habría que organizarlo no sólo en el Sahara marroquí, pero también en Argelia, en Mauritania y en Malí, en todas las partes donde viven las tribus saharauis.
Somos un  poco como los kurdos, vivimos a caballo en cuatro países. O bien, hay que cambiar  las fronteras de la región para crear una tierra saharaui que se extiende de Tan-Tan hasta Tindouf y de Zouérate hasta Taoudenni.

¿Cómo considera usted los militantes del frente de Polisario?

Como hermanos y primos. Son gente que respeto, auténticos saharauis. Las razones que habían originado la creación del Polisario  son, en gran parte, debidas al comportamiento de la administración marroquí de la época.
Eran comprensibles y sinceras. Ahora, el Polisario está frente a una opción histórica: la vuelta al país en el marco de una verdadera autonomía, o quedarse por la eternidad en los campos de Tindouf.

¿Puede usted gobernar con Abdelaziz, presidente del RASD?

Absolutamente, Abdelaziz tiene su sitio aquí. Su padre es miembro del Corcas, sus hermanos viven en Laayun, él mismo nació en Marrakech. Pues, que presida la autonomía, ¿por qué no? Tiene que tener en cuenta que este proyecto es lo máximo que los saharauis pueden obtener.
   
¿Qué autonomía?

La que estamos elaborando, pero puedo decirle que será específica al Sahara, es decir que no se puede trasladar al resto de Marruecos.
Los saharauis se harán cargo ellos mismos de los asuntos políticos, económicos, sociales y culturales, manteniendo siempre el lazo, el cordón umbilical que nos une desde siempre al trono.

No olvida que, en Marruecos, la adhesión al rey siempre ha trascendido- y, en realidad, adelantada- la adhesión al rey, es decir a la administración.

¿Argelia es un obstáculo?      

Algunos lo afirman, pero no lo creo. Cuando Argelia dice que no es parte activa en el conflicto, la creo. Cuando dice que no tiene nada para revindicar ni a acordar, lo suscribo. La agradezco por haber cuidado a nuestros hermanos en los campos de Tindouf durante todos estos años.
Hoy, somos nosotros quienes tienen que ayudar a nuestro gran vecino en resolver este problema con toda la dignidad requerida.

¿Es decir?

Es imprescindible que los saharauis que viven en los campos de refugiados vuelvan a su patria siendo persuadidos de que sus reivindicaciones legítimas han sido realizadas. Todas salvo una: la independencia. Ni independencia bajo tutela extranjera ni integración pura y simple en Marruecos, sino una amplia autonomía en el marco de un proyecto democrático moderno. No hay otra solución.    

 

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