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viernes, 29 de marzo de 2024
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L pleito sobre el Sahara Occidental, comenzado a mediados de los años 1970, empieza a salir de su peligroso estancamiento. Contra el Sahara se han estrellado el Plan Baker, los esfuerzos de Kofi Annan, los proyectos de Marruecos y de Argelia, la cooperación de España y Francia... Un caso de fatiga diplomática sin precedentes.

De pronto ha surgido una iniciativa de Marruecos. Se ha dinamizado un proceso bloqueado durante tres décadas. Marruecos no tiene, por ahora, gas ni petróleo, pero tiene inteligencia. Es un régimen amenazado -como todos los del planeta-, pero es un sistema en evolución. Argelia mantiene el predominio de su Ejército, heredero del Frente de Liberación de los años 1950. El sistema marroquí tiene problemas, pero parece, a ojos de los observadores europeos, más flexible y abierto. En el régimen argelino hay menos información.



Marruecos ha puesto en marcha su iniciativa: la ha consultado con los gobiernos de Madrid y París. Es el fruto de una larga negociación con la ONU. Quizás Argelia, en medio de problemas apremiantes, inquieta por la reaparición del salafismo, esté en situación más difícil.



La iniciativa marroquí parte de un plan de autonomía para el Sahara: autonomía verdadera, que aspira a respetar -aseguran los marroquíes- las decisiones de las Naciones Unidas. El ministro del Interior, Chakib Benmoussa, se reunió la semana pasada con el ministro español, Miguel Ángel Moratinos. Antes había expuesto su plan en París.



Marruecos, aseguran fuentes solventes, someterá a la ONU el proyecto de autonomía del Sahara en abril. Lo cual exigirá dos referendos: en el primero se consultaría a la población hoy residente en el Sahara occidental: sobre el grado de aceptación de la futura autonomía, bajo soberanía marroquí. Además, cree Rabat, será necesario someter a todos los marroquíes a ese proyecto autonómico. Tal es la base de partida. Algo se ha movido en el subsuelo marroquí... Nada podrá avanzar sin el respaldo de las Naciones Unidas. Argelia y Mauritania podrían firmar (son sólo esperanzas) el futuro acuerdo, quizás este año. España y Francia ayudarán, no sólo diplomáticamente.



Argelia mantiene que el pueblo saharaui espera en Tindouf desde 1975. Bernabé López escribe: «Sería abusivo considerar al Frente Polisario como único y legítimo representante del pueblo saharaui. Ya no quedan únicos y legítimos representantes de ningún pueblo». Y añade: la solución del problema saharaui «no puede encontrarse en un sí o en un no expresado en una consulta sobre la adhesión a principios abstractos como independencia o anexión a Marruecos»... Abraham Serfaty escribía al presidente Buteflika en enero de 2000: «El referéndum sería el apoyo a ese estatuto negociado por las dos partes, sin riesgo de ganar o perder todo». Y añadía: «Es indispensable además que los saharauis hablen entre sí (...) Son ellos (...) los que deben decidir su destino y valorar las propuestas que les permitan llegar a ese estatuto».



Algo parece claro: una franja de 300.000 kilómetros cuadrados no puede permanecer en el descontrol. Hay que sacar al Sahara Occidental del estancamiento. El salafismo del GSPC, antes circunscrito a Argelia, tiene hoy bases en Afganistán, Sudán, Somalia... Grupos mal controlados extienden el tráfico de armas, de personas, de droga dura... Una solución respaldada por las Naciones Unidas, promovida por Argelia, Mauritania y Marruecos, abriría una etapa nueva, donde la información sustituyera a la falta de transparencia. Marruecos y Argelia necesitan salir de la interinidad. Rabat lanza su iniciativa, abierta a las poblaciones saharauis. No sólo las de Tindouf (quizá la mayoría), sino las de Madrid, Sahara y otras... Marruecos insiste: es necesario transformar un territorio sin ley en un espacio sometido al Derecho. Hace pocos días se ha celebrado una reunión en Dakar: nueve estados africanos acudían a la capital senegalesa con el mando militar de Estados Unidos en Europa, a fin de poner en marcha una estrategia común contra el terrorismo.



Fuente: ABC

 

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